La rebelión de los personajes
La mayoría de vosotros, amigos lectores, ya sabéis quien es Brandon Sanderson, pero a modo de resumen, añado este pequeño apéndice: Brandon Sanderson es uno de los maestros de la literatura fantástica actual, que escribe sagas de 12 libros de 1.000 páginas cada uno, subdivididas en trilogías, y que forman parte de un cómputo global de todo su universo literario, el Cosmere.
O, dicho de otra forma, es ese autor que ha recaudado 40.000.000 dólares (aprox.) en un crowdfunding hace unos meses, por cuatro novelas secretas. Todo un fenómeno de ventas.
Aquí no vamos a entrar a debatir sus números, porque con libros escritos en castellano, es difícil siquiera acercarse. Pero lo que está claro es que es un tío que sabe lo que hace.
El propio Sanderson, en la obra, hace una diferencia entre dos tipos de escritores: los de esquema y los de descubrimiento. A vosotros quizá os suenen más por brújula y mapa. Este concepto va a ser importante a la hora de entender este artículo.
Un escritor de brújula es aquel que, a partir de una premisa básica (por ejemplo, qué pasaría si Drácula viene a mi pueblo), se saca una historia de la manga teniendo poco (o nada), planeado. Una descripción del pueblo, de los personajes, y de su vida, que planta durante los primeros capítulos, la riega, y a ver qué sale. Un gran ejemplo de escritor de brújula es Stephen King, y la obra a la que me refería, El misterio de Salem´s Lot.
Por su parte, un escritor de mapa es el que, a modo de contraposición respecto al escritor de brújula, parte de un esquema donde detalla todo lo que va a pasar en el capítulo. A raíz de una idea, como por ejemplo qué ocurriría si existiese una escuela para jóvenes magos cerca de Londres, te diseña todos los personajes, la forma en la que van a relacionarse, qué va a ocurrir en cada capítulo, y el desenlace. Después, se sienta, y de la mejor manera posible, plasma ese esquema en una hoja en blanco. J.K. Rowling es una escritora de mapa, y la obra a la que me refería, Harry Potter.
Hace unos meses leí Mientras escribo, el manual de escritura de Stephen King. Ya tiene unos años, pero es un clásico que todo aspirante a escritor debería leer. En él, además de contar sus experiencias vitales, nos da pistas para aprender a mantener viva la historia y la atención del lector, el uso de la "caja de herramientas" de cada escritor... En este artículo, primero de la columna homónima, podéis leer de forma breve mis impresiones.
Como escritor soy escritor de brújula. Me gusta partir de una idea, de un "¿Y si...?", al que de forma casi racional, voy añadiendo varios "¿Y si...?" adicionales, como si fuera la secuencia más lógica del mundo (y estamos hablando de escritura de ficción...). Así me divierto más escribiendo y la historia queda más original, ya que toda la esponja cultural recibida durante los meses de escritura del primer borrador, puedo plasmarla sobre la novela.
Entonces... ¿Por qué he comenzado a leer el curso de Sanderson? Destaquemos que Sanderson es un escritor de mapa muy estricto. Y la respuesta es la misma que puedes aplicarte tú, amig@, respecto a la obra de King si eres un escritor de mapa. Porque los conceptos literarios sirven para cualquier creación. Y Sanderson profundiza en ellos, en arquetipos de tramas, en promesas...
Y aquí quería llegar: a las tramas, a las promesas, al nudo de una historia, y al desenlace. Porque a veces nuestros personajes son unos tipos y tipas dotados con una rebeldía insólita, casi aterradora, que hacen peligrar cualquier novela (o cuento, o relato largo).
Como breve apunte, no es necesario ser radicalmente de mapa o de brújula. Siempre existen medias tintas, y géneros que pueden necesitar más de esquemas (o menos). Novelas de terror, muchas veces costumbristas, como las de King, que no van a desembocar en sagas, pueden plantar la semilla "y ver que pasa". Pero un sistema mágico, con creación de mundo, personajes, y una comunidad de lectores a los que no puedes decepcionar en la segunda novela porque "te apetecía escribir otra historia totalmente diferente, que poco o nada tiene que ver con la que han pagado y disfrutado los lectores la primera vez", es otra cosa.
Así que pasamos al concepto de la promesa. La primera vez que oí hablar de él fue durante el curso de Juan Gómez Jurado. Es imposible que no os suene su nombre, es un exitoso escritor de mapa patrio. Reina roja, y otros thrillers. La promesa es ese acuerdo tácito entre el lector y tú que se establece en las primeras páginas. Si el lector supera el impacto inicial y cree que tu historia va a merecer la pena y sigue leyendo, se va a esperar ciertas cosas.
Estas "cosas", sean tramas o subtramas, no tienen nada que ver conque la ejecución del estilo sea impecable. Significa que si al inicio de la novela introduces un conflicto paternofilial, y no lo resuelves, o se resuelve solo, el lector se va a enfadar. Significa también que si dos personajes apuntan a enamorarse, y al final no acaban juntos (o acaban con otra persona), el lector se va a enfadar. Aunque la historia sea la leche, y en los primeros capítulos le prometas un thriller de acción loquísima lleno de monstruos y naves espaciales, y se lo des, con un final espectacular y una batalla épica que deje en bragas a la de los Campos de Pelennor, se va a enfadar.
Y me diréis: ¿Por qué? Es mi libro, y me lo ***** como quiero.
Razón no te falta. El escritor, como artista, primero debe de escribir la obra para él mismo. Tiene que ser una novela (o cuento, o relato), que le guste a él. El problema viene cuando quiere compartirlo con el mundo, y quiere ser pagado por su trabajo. Entonces debe de dejar de ver el mundo como escritor, y debe de hacerlo como lector.
¿Qué busca un lector?
Por norma general, es imposible saberlo. Pero en cada escrito que realicemos, si queremos comercializarlo, debemos de pensar en nuestro lector ideal y en si estará satisfecho. Porque como lectores (y todo escritor debe de ser un ávido lector, por descontado), somos conscientes de que la pila de libros sin leer es inmensa, y nunca deja de crecer. Hacer que alguien gaste 15€ o 20€ en nuestra novela, que la lea, y que más adelante quiera repetir con otro de nuestros libros, es dificilísimo si nuestro nombre no es sinónimo de calidad (o si aún somos tan nóveles que nos permitirían cualquier metedura de pata).
Varios ejemplos de promesas bien (y mal) ejecutadas son los siguientes.
- Carrie, de King. Ya desde el principio, gracias al formato de recortes de periódico, entrevistas, etc, el autor nos promete muerte y destrucción. Concretamente de un pueblo. Y nos la da. El lector pasa las páginas porque quiere ver el momento en que Carrie va a perder el control y cometer un genocidio. Porque no es un thriller, aquí no existe ningún misterio. El autor te lo ha dicho de forma directa, y el morbo consiste en ver el deterioro mental del personaje hasta que culmina todo de forma sangrienta. El autor nos da lo que promete.
- La última temporada de Juego de Tronos. Aquí pasamos al terreno del cine/series/televisión, como prefiráis llamarlo. ¿Por qué, tras una serie tan bien hilada (y basada en las novelas de Martin), el final ha tenido una recepción tan negativa? Porque había prometido muchas cosas al espectador, y no cumple con ellas. Uno de los ejemplos (el más útil para este ensayo), es el enfrentamiento entre Jon Nieve y el Rey de la Noche. Nos hemos pasado temporadas esperando que nuestro elegido se bata en duelo con el gran villano. Sabemos que la trama principal de la historia son las relaciones humanas, no la amenaza de los no muertos, pero la trama de Jon Nieve era el norte, la Guardia de la Noche, Invernalia, y la gran amenaza de los Caminantes Blancos. Y cuando llega el paroxismo, el Rey de la Noche utiliza sus poderes nigrománticos, y se va. De repente, Arya lo asesina. Y uno (o una) puede pensar: pero la han estado preparando siempre, la trama estaba ahí, no la hemos visto... Sí, y no. Si nadie ha pensado en esa trama primero, y todas las teorías de que estaba ahí se redactan a posteriori, son excusas para engañarse a uno mismo. Podía ser Arya, como podía haber sido cualquier otro personaje (por ejemplo, Greyjoy) cerrando su arco de redención. Pero tenía que ser Jon, que queda muy bonito eso de plantar cara al dragón zombi, pero tampoco lo derrota (lo cual no podría haber pasado, de haberlo hecho, habría sido otro despropósito).
- El padre de Taylor ha desaparecido. Se le pone un cierto énfasis, especialmente en cómo afecta esto a su hijo. El lector piensa que va a ser un personaje importante para la trama, y da por hecho que Taylor se va a reencontrar con él.
- Entre Magdalena y Taylor existe cierta tensión sexual/romántica. Magdalena, al inicio de la novela, tiene novio, pero es un capullo que no cae muy bien a Taylor. El lector da por hecho que van a construir una relación.
- Benjamín, que tiene cierto papel protagonista desde el principio, va a tener un arco de desarrollo y madurez.
- Cuando se descubre el paradero del padre de Taylor, éste está en C. En su subtrama no existe nada de información acerca de dónde está su padre, ni de encontrarle, ni de nada. Ergo, los encargados de rescatarle son otros personajes. Lo lógico, lo que el lector espera cuando le cuentas la historia, es que sea Taylor quien reescate a su padre, lloren, y todo eso. Pero no sucede así. El motivo es que en la vida real, las cosas no siempre ocurren como queremos. Taylor está a otras cosas, salvando su pellejo, muy lejos. Ya se reencontrará con su padre en otro momento, pero libre de tensión.
- Ángela se interpone entre Taylor y Magdalena, produciendo un segundo triángulo amoroso. El arco se cierra de forma satisfactoria, y no voy a decir qué es lo que pasa entre Taylor y Magdalena, pero quizá ocurre demasiado tarde. La trama amorosa de la novela (o tramas) las mantienen otros personajes, lo cual está bien, pero no es lo que hemos prometido al lector (salvo que le estemos dando una bilogía, trilogía, o saga). Una vez más, pasó así.
- Benjamín madura, pero tal vez menos de lo que espera el lector. Es un arco realista: aunque le echa narices, no tiene las habilidades necesarias, ni puede tenerlas en tan poco tiempo. Es un patoso, no puede convertirse de la noche a la mañana en un Súper Saiyan. Pero el lector igual espera que lo sea, o que tenga un papel más destacado en ciertas situaciones. No lo sé, creo que en el caso de Benjamín no ocurre nada tan llamativo como en los anteriores.
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